Y es que, y ya me perdonarán ustedes la autocita, «Ciutadans es hoy en día la única fuerza política de Cataluña con representación parlamentaria ajena al sistema de partidos catalán y opuesta a sus principios y mecanismos (…). O sea, la única que ocupa con pleno derecho el centro político». Olvídense de lo que pregonan los voceros del régimen y sus adláteres mediáticos: lo opuesto a la radicalidad gobernante no es otra radicalidad de signo contrario, sino la pura centralidad. O sea, la ley y el orden. El único terreno desde el que es o debería ser lícito gobernar.
Con la debida cautela que siempre hay que tener ante las encuestas —como dirían tanto un político al que esas encuestas hubieran sonreído como un fino analista temeroso de volver a equivocarse—, es evidente que los resultados demoscópicos adelantados ayer por El Periódico en relación con la intención de voto ante unas hipotéticas elecciones al Parlamento de Cataluña no contienen sino una noticia: el crecimiento de Ciutadans —3,5 puntos en cuatro meses—. Todo lo demás constituye, a lo sumo, materia de gacetilla. Pero es que esa noticia es, además, una gran noticia, por cuanto supone el primer indicio de que por fin la representación política catalana empieza a corresponderse con la realidad. La ascensión de Ciutadans a tercera fuerza política convierte a la formación de Albert Rivera en la verdadera oposición. ERC y CIU son hoy por hoy lo mismo: el soberanismo gobernante y menguante —al margen de lo que puedan ser mañana o pasado si la federación sigue derritiéndose y Unió decide buscarse la vida—. Y en cuanto a las demás fuerzas que ya siguen a Ciutadans en intención de voto, todas han perdido apoyo, al igual que CIU y ERC, con respecto al barómetro de junio —excepto la CUP, que sube unas décimas—. Pero acaso lo más significativo del sondeo sea el trasvase del voto de unas elecciones a otras —o sea, de noviembre de 2012 a las que hipotéticamente se celebrarían ahora—. Porque Ciutadans crece a expensas del votante del PP —sobre todo—, del del PSC e incluso, aunque en proporción ínfima, del de CIU. Es decir, de lo que, antes de que Mas se enajenara, constituía el centro político en Cataluña.
Y es que, y ya me perdonarán ustedes la autocita, «Ciutadans es hoy en día la única fuerza política de Cataluña con representación parlamentaria ajena al sistema de partidos catalán y opuesta a sus principios y mecanismos (…). O sea, la única que ocupa con pleno derecho el centro político». Olvídense de lo que pregonan los voceros del régimen y sus adláteres mediáticos: lo opuesto a la radicalidad gobernante no es otra radicalidad de signo contrario, sino la pura centralidad. O sea, la ley y el orden. El único terreno desde el que es o debería ser lícito gobernar.
Y es que, y ya me perdonarán ustedes la autocita, «Ciutadans es hoy en día la única fuerza política de Cataluña con representación parlamentaria ajena al sistema de partidos catalán y opuesta a sus principios y mecanismos (…). O sea, la única que ocupa con pleno derecho el centro político». Olvídense de lo que pregonan los voceros del régimen y sus adláteres mediáticos: lo opuesto a la radicalidad gobernante no es otra radicalidad de signo contrario, sino la pura centralidad. O sea, la ley y el orden. El único terreno desde el que es o debería ser lícito gobernar.