El presidente Mas recibe esta mañana a los organizadores del acto del próximo sábado, 12 de octubre, en la barcelonesa plaza de Cataluña, a favor de la unidad de España. Los recibe en su despacho del Parlamento autonómico y no en el Palacio de la Generalitat, pero los recibe. Es una buena noticia. A mí me ha recordado otra de la que fui protagonista hace ocho veranos. Un mes más tarde de haber hecho público el manifiesto de Ciutadans, cuatro de los quince abajo firmantes fuimos recibidos en Palacio por el entonces presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. La reunión fue cordial, como espero que sea la de esta tarde en el Parlamento de Cataluña. Y aquí terminan las analogías. Porque si la nuestra se produjo a instancias del presidente Maragall, que se mostró encantado de hablar con una representación de los quince, la de hoy ha sido solicitada por los organizadores del acto después de que el presidente Mas desbrozara el camino con un árido: «Si me quieren ver, que me lo pidan, porque no me consta que lo hayan hecho». Y, sobre todo, porque la nuestra fue, por así decirlo, inaugural, mientras que la de hoy viene precedida por risueñas y alborozadas audiencias de Mas a los promotores de la manifestación del 11 de septiembre de 2012 y del vía crucis del 11 de septiembre de 2013. Aunque, eso sí, hace ocho años, a la semana de reunirse con nosotros, Maragall lo hacía con algunos miembros de una plataforma de nuevo cuño, Els Altres Andalusos, subvencionada hasta las orejas, cuyo principal cometido era apoyar públicamente el Estatut que por entonces todavía se estaba gestando y descalificar a un tiempo a quienes se oponían a él, como era nuestro caso, por pertenecer, decían, «a una clase social» privilegiada.

Esos socialistas, tan equidistantes siempre, tan atentos a no violentar en lo más mínimo al nacionalismo. Así les ha ido, por cierto.

Recepciones

    10 de octubre de 2013