(ABC, 5 de octubre de 2013)
Al PSC le pasa con Otegi lo mismo que con España: no sabe qué hacer con él. Un día dice blanco y otro negro. Es verdad que semejante comportamiento no es exclusivo de ese partido. Repárese en el PSOE, por ejemplo. Por no hablar de la izquierda extrema, ya sea la estrictamente catalana, ya la hispánica. Pero lo del PSC, qué quieren, tiene además el aliciente —por llamarlo de algún modo— del fangal. O sea, de la situación en que se encuentra ese partido desde que se metió en la cama con el nacionalismo sin pudor alguno, esto es, desde finales de 2003, hasta el mismísimo día de hoy, en que se arrastra como alma en pena por la política catalana, tras haber perdido más de la mitad de los votos y la poca honra que le quedaba. En coherencia con su enfermiza indefinición con respecto al nacionalismo, el PSC accedió a formar parte de esa comisión de estudio sobre el llamado «derecho a decidir» creada por el Parlamento autonómico. Y una vez allí les salpicó el nombre de Otegi como candidato a asesor, a propuesta de los chicos de la CUP, cuyas simpatías por el mundillo «abertzale» —con y sin metralleta— son de sobra conocidas. Por suerte para los socialistas, los demás grupos, y en particular el de CIU, debieron de asustarse tanto como ellos con la posibilidad de que de allí saliera una foto de sus representantes abrazados al insigne «hombre de paz» y, aun así, pérfido terrorista. Y acordaron que Otegi enviara una carta, que ellos ya acusarían recibo. Pero, claro, ello no impidió que a los socialistas les llovieran puyas de todos lados. De ahí que hayan dado marcha atrás y se hayan opuesto a la declaración de Otegi, incluso por escrito. Pero lo más extraordinario son las razones aducidas por su portavoz parlamentario. «Otegi no representa los valores democráticos», ha dicho Maurici Lucena. A lo que se ve, sí los representaba hace unos días. Como no consta que Otegi haya hecho ni dicho nada especial en el tiempo que media entre ambas decisiones del PSC, habrá que convenir que el cambio lo ha experimentado el concepto socialista de «valores democráticos». Lo cual, sobra añadirlo, resulta incluso mucho más alarmante.
(ABC, 5 de octubre de 2013)
(ABC, 5 de octubre de 2013)