Dicen que Rosa Díez dijo a un diputado del PSOE «yo no quería fastidiaros» y que este le respondió: «El problema es que nosotros ya estamos fastidiados». Sí, eso de la política parlamentaria es un poco como el boxeo. En cuanto descubres el punto flaco del rival, ya sabes donde pegar. Es verdad que puedes tratar de no darle, de amagar los golpes, pero tarde o temprano, y por más que tú no lo quieras, acabarás cazándolo. Y no digamos ya si el contrincante anda medio grogui, con la mirada perdida y el paso vacilante. Eso del PSOE, se mire por donde se mire, es de pena. Y más lo será con ese PSC que vive sin vivir en sí y mucho menos en el PSOE. El episodio de ayer en el Congreso, con los 13 socialistas catalanes votando en tanto que catalanes i prou —y en comandita con esa amalgama de nacionalismo vario e izquierda extrema—, por muy previsible que fuera dado el antecedente de febrero no deja de resultar de lo más lastimoso. Y de nada sirve aducir que los 13 se abstuvieron mientras que los demás opositores votaron en contra. No sé qué hará el Grupo Parlamentario Socialista con los insumisos, si bien todo indica que volverá a multarlos. Igual Rubalcaba y los suyos piensan tirar así hasta finales de 2015. Al fin y al cabo, con las expectativas electorales que tiene ahora el PSC, en la próxima legislatura la representación socialista catalana puede quedar fácilmente reducida a la mitad. Y, con el tiempo, quién sabe si hasta extinguirse. Pero, claro, en política hay que tomar decisiones al punto y no creo, la verdad, que sea muy inteligente por parte del PSOE continuar con las sanciones y nada más. Yo de ellos establecería, aparte de las multas —cuyo importe incrementaría, por supuesto—, un sistema de puntos. Como con los conductores. Y cuando los puntos se acabaran, les quitaría el carné. Y pobre del que quisiera seguir ejerciendo de diputado. Derechito a la cárcel, como mínimo.