A juzgar por lo recogido en unos cuantos medios, todos los españoles que leen son socios de la Fnac. Vaya, que si usted no es socio de la Fnac y, aun así, se considera comprador y lector de libros —lo que no siempre va de consuno, por cierto: hay compradores que no leen y lectores que no compran libro alguno—, hágaselo mirar, porque o bien no es usted español o bien lo que usted se lleva entre manos nada tiene que ver con el vicio impune del que hablara Valéry Larbaud. Vivimos en estado de encuesta. No pasa día sin que aparezca alguna, a propósito de cualquier actividad, costumbre u opinión que nos afecte. Por supuesto, en la medida en que se trata de encuestas, hay que coger sus resultados con pinzas. Incluso si la muestra resulta de lo más representativa. Pero lo que no es de recibo es que un trabajo de esta naturaleza confunda a los 1.100 socios de la Fnac con el conjunto de los españoles que todavía conservan el hábito de leer. Ah, y aún habría que ponerse de acuerdo sobre qué entiende cada uno de estos socios por leer. Pero eso sería ya otra encuesta. O sea, vuelta a empezar.