Miércoles 11 de septiembre de 2013. Diez de la noche. Entro en la edición digital de La Vanguardia. Me recibe el titular que tienen ustedes en la tercera de estas imágenes, pero sin la entradilla que lo acompaña. O sea que La Vanguardia dice que fueron 1,6 millones. Y eso que por la tarde las cifras más optimistas hablaban de 500.000. Y eso que la vía, para llegar a formarse, requería tan sólo, según los propios organizadores, de 400.000 almas, catalanas o no. Hago clic en el titular para ver el sistema de cálculo empleado por el diario de los Godó, lo que me lleva a la cabeza y al cuerpo de la noticia, reflejados en la primera y la segunda de las imágenes, respectivamente. Sorpresa. No hay sistema de cálculo. Ni fuente –más allá del mismo periódico, claro–. Perdón, sí la hay. El texto habla de «casi medio millón de personas, según Interior». Acabáramos. O sea que el Departamento de Interior de la Generalitat ha hecho su trabajo. Además, parece que lo ha hecho bien, puesto que la cantidad resulta verosímil. ¿Será que el 1,6 de la portada lo han facilitado los de la ANC, que por algo son los organizadores? No sería raro. En esta clase de movidas los manifestantes siempre suelen ofrecer unas cifras de participación que triplican las reales. Como mínimo. Vuelvo al titular de portada por si ha habido entre tanto alguna novedad. La ha habido. El titular sigue inalterable, pero, tal y como puede observarse en la tercera de las imágenes, le acompaña un texto en el que se indica la fuente. Es la Generalitat. No entiendo nada. ¿La misma Generalitat que ha ofrecido, a través de Interior, la cifra de «casi medio millón» es la que habla ahora de «1,6»? ¿Se trata acaso de un conflicto de competencias entre departamentos, dado que el de Interior se encuentra en manos democristianas y el de Presidencia-Propaganda en manos convergentes? ¿Ha estallado tal vez la gran crisis de la federación gobernante de la que tanto se viene hablando? No, claro. Ocurre tan sólo que Interior es el Ministerio. Y la Generalitat, aunque lo haya negado con insistencia, la organizadora. El triple al que nos referíamos hace un momento, en una palabra.
Pero todavía queda un asunto por resolver. ¿Por qué 1,6? ¿Por qué no contentarse con la cifra redonda del millón y medio? La respuesta la tienen aquí. Si hace un año eran millón y medio, ahora no pueden ser menos. Ni siquiera pueden ser los mismos. Es lo que tiene el mentir. Cuando uno empieza ya no puede parar. Hay que continuar mintiendo, una y otra vez. Y, encima, con una mentira cada vez más gorda. Los que hemos trabajado en la Administración lo sabemos muy bien. Ante una actividad –festiva, cultural, política– que se celebre en la calle, que se repita de año en año y que de ti dependa, no se te ocurra jamás hacer pública la cifra de asistentes, aunque sea aproximada. Los asistentes son siempre los del año anterior… más un buen puñado. Y punto en boca.
¿Y la prensa, y en particular la catalana, no debería tener algo que decir? Sin duda. Pero todo apunta a que sigue de vacaciones.