Hace un par o tres de años, cuando en España todavía existían las cajas de ahorro, tuve ocasión de ver en la sala de actos de una de ellas, al amparo de su obra social, un ciclo de cine documental italiano realizado en la primera década de este siglo. Todo lo que vi era excelente. Y, aparte de otros títulos, recuerdo como si fuese ayer Camicie verdi, el documental de Claudio Lazzaro. Se lo recomiendo, no tiene desperdicio. Y más ahora que la Liga Norte de Umberto Bossi parece interesarse vivamente por los asuntos catalanes. Su gesto del pasado miércoles en el Parlamento italiano, tan solidario, y detrás del cual no cabe sino intuir la mano del ministro de Propaganda Homs y su red de embajadas –sección géneros de punto–, así lo da a entender. Ahora ya sólo falta que los nuestros tomen ejemplo de los padanos. En este sentido, el documental de Lazzaro puede serles utilísimo. Sí, ya sé que ellos lucen camisetas amarillas y no verdes. Pero, en fin, todo tiene arreglo. Piénsese en aquel verde de las juventudes de Estat Català, antes del 6 de octubre. Hermoso precedente. Y si les agobia el recuerdo de las hazañas pasadas, por aquello de su triste final, acaso les sirva reparar en que del amarillo al verde no hay más que un paso: el que resulta de mezclar el primero de los colores con algo de azul. Y no me vengan ahora con que el azul es un color español. ¿Español, el azul? Catalanísimo, por Dios. Y, si no, repasen las hemerotecas del franquismo.