(ABC, 7 de septiembre de 2013)
Aunque Josep Pla demostrara, a lo largo de 35 años, que existen calendarios sin fechas, los calendarios existen porque existen las fechas. O sea, el tiempo, y la consiguiente necesidad de ordenarlo y, en definitiva, dominarlo. En Cataluña, y en menor medida en el conjunto de España, llevamos ya más de un año con el tiempo revuelto. Desde que Artur Mas decidiera pisar el acelerador soberanista, con las consecuencias de todos conocidas, resulta harto difícil afrontar la realidad, el día a día, con la confianza necesaria, esto es, con la seguridad que confiere a todo animal racional el sentido de continuidad. No, no es que las semanas, en Cataluña, tengan ahora seis días o los meses cuarenta; es que uno anda siempre con el corazón en un puño, pendiente de qué nos traerá el mañana. Que si una convocatoria de elecciones; que si una declaración o un pacto por el llamado derecho a decidir; que si una cadena humana por la independencia; que si una consulta legal o ilegal. Y, encima, con el sabor a rancio de 1714 amenazando con impregnar todo el espacio público. La última turbulencia, sin embargo, ha merecido interpretaciones contrapuestas. La ha protagonizado, como suele ser habitual, el presidente de la Generalitat, y ha consistido en admitir públicamente, por primera vez, que si no hay acuerdo con el Gobierno de España no puede haber consulta, por lo que no quedará más remedio que convertir las elecciones autonómicas de 2016 en unas elecciones plebiscitarias. Lo bueno, ya se ve, es que Mas hablase de esa fecha y descartara, pues, un adelanto electoral. Lo malo –si bien ya hizo lo mismo en noviembre de 2012–, que convirtiera unos comicios autonómicos en un plebiscito. En todo caso, la voluntad de agotar la legislatura, aparte de traslucir un cierto acuerdo con el Gobierno central y una voluntad manifiesta de ganar tiempo para tratar de recuperar a la maltrecha federación que preside, supone también una apuesta por el calendario. O sea, por la evidencia de que después de 2014, viene 2015 y, luego, 2016. Y todos ellos con sus meses, sus semanas y sus días.
(ABC, 7 de septiembre de 2013)
(ABC, 7 de septiembre de 2013)