(ABC, 21 de septiembre de 2013)
Cada vez que alguien alude al estado catatónico de la opinión pública catalana, suele servirse, a modo de ejemplo, del célebre editorial con que todos los diarios de Cataluña obsequiaron a sus lectores cuando faltaba algo más de medio año para que el Tribunal Constitucional se pronunciara sobre el Estatuto. Así, Esperanza Aguirre anteayer en Barcelona, en su conferencia del Círculo Ecuestre. Por supuesto, no seré yo quien afirme lo contrario. Semejante unanimidad nunca ha sido propia de sociedades donde existe la libertad de expresión, sino más bien de sociedades que carecen de ella. Pero, sin quitarle al episodio un ápice de su valor sintomático, resulta, a mi modo de ver, mucho más significativo otro caso de unanimidad opinativa acaecido meses después. Me refiero al manifiesto que suscribieron, con parecida intención a la del editorial de marras, sesenta y dos colaboradores de esas mismas cabeceras genuinamente catalanas. Y si digo que me resulta mucho más significativo es porque un editorial, al cabo, recoge siempre la voz de la empresa y no hay empresa periodística en Cataluña que no beba del dinero público, mientras que un colaborador no se debe más que a sí mismo. O no debería deberse. Porque en Cataluña quien colabora en un medio cualquiera asume, «de facto», su línea editorial en lo que esta tiene de insoslayable. O sea, en su nacionalismo. Lo hemos visto estos últimos días a raíz de la polémica desatada por la emisión en TV3 del informativo infantil sobre la independencia del condado. A los fieles comentaristas les ha faltado tiempo para salir en defensa de la joya de la corona. Los argumentos utilizados han sido, sobra decirlo, de lo más peregrino y no ha faltado nunca, entre ellos, la falacia «ad hominem». Pero si uno merece la pena destacarse es el de un tal Graupera en «La Vanguardia». Dice el hombre que no ha visto el informativo de TV3 por «higiene mental», porque uno no puede andar detrás «de lo que la prensa española considera que hacemos bien o que hacemos mal». Claro, la higiene mental. Si es que, en el fondo, no hay nada como un buen lavado de cerebro.
(ABC, 21 de septiembre de 2013)
(ABC, 21 de septiembre de 2013)