El vídeo que tienen ustedes aquí fue proyectado ayer en el Teatro Municipal de Manacor (Mallorca) por una autoproclamada Assemblea de Docents de les Illes Balears. Se trata de una burda caricaturización, en forma de agitprop, de los efectos que las medidas de la Consejería de Educación del Gobierno Balear han producido en el colectivo de enseñantes de la escuela pública. En sus sueldos, en sus complementos, en sus prerrogativas, en sus sindicatos y, en definitiva, en sus privilegios como colectivo. Eso que los promotores del vídeo llaman «agresiones» —y que es motivo suficiente, a juicio de la Assemblea, para convocar una huelga indefinida en la enseñanza a partir del próximo 13 de septiembre— ha sido escenificado mediante el recurso a 18 famosas bofetadas cinematográficas. Pues bien, el Gobierno Balear, a través del Instituto de la Mujer y a instancias del Instituto de Política Familiar de Baleares, que había denunciado que los profesores estaban haciendo «apología de la violencia de género», ha pedido a la Assemblea que deje de difundir la cinta, a lo que esta se ha negado. Para la institución gubernamental, no hace falta decirlo, el género en cuestión no es el cinematográfico, sino la mujer, ese género. Llevan razón, los denunciantes. De las 18 bofetadas seleccionadas, 7 tienen como víctima a una mujer. Pero yo creo que el responsable del vídeo ha actuado con mucho tiento a la hora de seleccionarlas, pues sólo un 10% del total agresiones —2 bofetadas— han tenido como origen a un hombre y como destino a una mujer. Las demás se han repartido como sigue: 3 de mujer a hombre; 5 de mujer a mujer y 8 de hombre a hombre. Vaya, que los hombres también han recibido de lo lindo y las mujeres tampoco se han quedado mancas en su papel de abofeteadoras. Pero, para el Instituto de la Mujer, no existe al parecer otra víctima que la mujer ni otro agresor que el hombre. Ese 10% que recoge la cinta.
El vídeo que tienen ustedes aquí fue proyectado ayer en el Teatro Municipal de Manacor (Mallorca) por una autoproclamada Assemblea de Docents de les Illes Balears. Se trata de una burda caricaturización, en forma de agitprop, de los efectos que las medidas de la Consejería de Educación del Gobierno Balear han producido en el colectivo de enseñantes de la escuela pública. En sus sueldos, en sus complementos, en sus prerrogativas, en sus sindicatos y, en definitiva, en sus privilegios como colectivo. Eso que los promotores del vídeo llaman «agresiones» —y que es motivo suficiente, a juicio de la Assemblea, para convocar una huelga indefinida en la enseñanza a partir del próximo 13 de septiembre— ha sido escenificado mediante el recurso a 18 famosas bofetadas cinematográficas. Pues bien, el Gobierno Balear, a través del Instituto de la Mujer y a instancias del Instituto de Política Familiar de Baleares, que había denunciado que los profesores estaban haciendo «apología de la violencia de género», ha pedido a la Assemblea que deje de difundir la cinta, a lo que esta se ha negado. Para la institución gubernamental, no hace falta decirlo, el género en cuestión no es el cinematográfico, sino la mujer, ese género. Llevan razón, los denunciantes. De las 18 bofetadas seleccionadas, 7 tienen como víctima a una mujer. Pero yo creo que el responsable del vídeo ha actuado con mucho tiento a la hora de seleccionarlas, pues sólo un 10% del total agresiones —2 bofetadas— han tenido como origen a un hombre y como destino a una mujer. Las demás se han repartido como sigue: 3 de mujer a hombre; 5 de mujer a mujer y 8 de hombre a hombre. Vaya, que los hombres también han recibido de lo lindo y las mujeres tampoco se han quedado mancas en su papel de abofeteadoras. Pero, para el Instituto de la Mujer, no existe al parecer otra víctima que la mujer ni otro agresor que el hombre. Ese 10% que recoge la cinta.