Ah, y en cuanto a la consejera, seguro como estoy de que la razón principal por la que va a dejar a los jóvenes valencianos sin septiembre nada tiene que ver con la esgrimida por aquel glorioso subsecretario catalán de los tiempos del tripartito, sólo se me ocurre que esa razón guarde relación con los padres. O sea, con los padres y sus inconfesables intereses veraniegos, entre los que no figura, faltaría más, el de estarle encima al niño para que aprenda de una puñetera vez lo que no ha aprendido durante el curso.
Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con un sindicato de trabajadores de la enseñanza. En concreto, con el STEPV, que lo es de eso que algunos llaman el País Valencià. Ignoro qué implantación tendrá el sindicato, aunque me imagino que bastante parecida a la de sus homólogos baleares del STEI o a la de sus correligionarios catalanes del USTEC. Esto es, la que corresponde a un sindicato pequeño pero matón. En cualquier caso, insisto, esta vez estoy de acuerdo con ellos. De nada sirve adelantar las pruebas de septiembre a julio, como pretende hacer, y todo indica que hará, la consejera valenciana del ramo, María José Català. Lo que no se sabe a finales de junio —y estamos hablando de cursos enteros— difícilmente se sabrá a comienzos de julio, salvo intercesión milagrosa. Si de algo sirven los dos meses de verano para quien no ha estudiado lo suficiente durante el año es para tratar de recuperar el tiempo perdido. Pretender que pueda hacerse lo mismo en unos pocos días resulta ridículo. Ahora bien, que esté de acuerdo en este punto con esos autodenominados trabajadores de la enseñanza no significa que comulgue también con los demás argumentos que esgrimen para oponerse a los designios de la consejera. Me refiero a la mandanga esa de la agresión a las condiciones laborales de los docentes, concretada en gran medida en el supuesto derecho a asistir en julio a unos cursillos de formación que sólo sirven, al cabo, para sumar puntos con vistas a un concurso de traslado y para dar de comer a pedagogos y psicopedagogos.
Ah, y en cuanto a la consejera, seguro como estoy de que la razón principal por la que va a dejar a los jóvenes valencianos sin septiembre nada tiene que ver con la esgrimida por aquel glorioso subsecretario catalán de los tiempos del tripartito, sólo se me ocurre que esa razón guarde relación con los padres. O sea, con los padres y sus inconfesables intereses veraniegos, entre los que no figura, faltaría más, el de estarle encima al niño para que aprenda de una puñetera vez lo que no ha aprendido durante el curso.
Ah, y en cuanto a la consejera, seguro como estoy de que la razón principal por la que va a dejar a los jóvenes valencianos sin septiembre nada tiene que ver con la esgrimida por aquel glorioso subsecretario catalán de los tiempos del tripartito, sólo se me ocurre que esa razón guarde relación con los padres. O sea, con los padres y sus inconfesables intereses veraniegos, entre los que no figura, faltaría más, el de estarle encima al niño para que aprenda de una puñetera vez lo que no ha aprendido durante el curso.