Se habla de la crisis de los dos grandes partidos nacionales, se insiste en ello, se da ya incluso por amortizado el bipartidismo en España. Puede que así sea, en efecto. A juzgar por las encuestas, tanto PP como PSOE están peor que nunca, con unas expectativas electorales que no permitirían, en caso de celebrarse hoy unos comicios generales, gobernar el país, como no fuera mediante un acuerdo a tres o cuatro bandas. Lo nunca visto. Y, sin embargo, esos análisis olvidan un dato esencial: así como la caída de los populares en la intención de voto resulta de la gestión de la crisis y, por lo tanto, del ejercicio del poder, la de los socialistas resulta del ejercicio del poder —aunque la gestión de la crisis fuera entonces poco menos que inexistente— y del ejercicio de la oposición. De ahí que las expectativas de uno y de otro sean, a estas alturas, diametralmente opuestas. Cuando la economía empiece a mejorar y el paro vaya reduciéndose de forma sostenida, lo normal es que los populares vean crecer su intención de voto. Los socialistas, en cambio, tras haber sido incapaces de capitalizar el descontento ciudadano desde la bancada opositora, ¿qué rédito pueden sacar, desde esta misma bancada, de la mejoría económica y de la progresiva recuperación del empleo? Ninguno, sin duda. Añádanle, además, la crisis interna del partido, acrecentada por su estructura federal —y pseudoconfederal, en el caso del PSC— y por la manifiesta falta de liderazgo de su actual secretario general, incapaz de poner orden y sentido a la acción política de la formación. Frente a ello, hablar de disensos entre la vieja y la nueva guardia del PP resulta hasta risible. Ya sólo faltaba esa conferencia de Aznar anoche en el Club Siglo XXI, en la que el expresidente rebajó considerablemente sus críticas a Rajoy y a su gobierno, para comprobar el abismo que separa a un partido cohesionado y en condiciones de recoger el fruto de su política de otro que anda hecho un cisco, no levanta cabeza y empieza a sentir el aliento de una Izquierda Unida que no para de ganar apoyos.