Y lo que todavía nos queda por tragar.
Mientras Josep Antoni Duran Lleida dice a sus militantes que, si hay recortes, es porque Cataluña «estuvo gobernada por unos irresponsables que no tienen, y perdón por la expresión, ni puta idea de lo que es gobernar, y estos son también Esquerra Republicana», se constituye hoy el llamado Pacto Nacional por el Derecho a Decidir bajo la presidencia de Artur Mas y la incierta y vigilante mirada de Oriol Junqueras. Así están las cosas en el Gobierno de la Generalitat, formado, que se sepa, por Convergència i Unió —que no es exactamente lo mismo que Convergència y Unió—. Y así están las cosas, claro, en Cataluña. De la jornada constitutiva de hoy destacan, sobre todo, dos ausencias. La del PSC y la de Foment del Treball. La primera deja bastante tocado al bloque parlamentario que lleva remando hacia la tierra prometida desde las pasadas elecciones autonómicas. La segunda pone de manifiesto, por si había dudas, el rechazo del mundo económico a la aventura secesionista del presidente Mas. Quienes sí están, en cambio, son esos sindicatos paniaguados que han tenido la desfachatez de proclamar que el derecho a decidir debe ampliarse igualmente a las áreas que les afectan. Y, entre los muchos floreros que van a adornar el acto, figura el pobre Ernest Maragall, exhermanísimo, exconsejero de Educación y último baluarte de la dinastía, que se ha ofrecido él mismo a participar en el encuentro porque a nadie se le había ocurrido invitarle.
Y lo que todavía nos queda por tragar.
Y lo que todavía nos queda por tragar.