(ABC, 8 de junio de 2013)
En su último y saludable rifirrafe parlamentario con el presidente Mas, el líder de Ciutadans, Albert Rivera, se refirió en más de una ocasión al consejero portavoz Homs como «ministro de Propaganda». Estoy convencido de que en el ánimo de Rivera no estaba el establecer un paralelismo cualquiera entre el régimen catalán y el de la Alemania nazi, pero es evidente que algunas de las prácticas del consejero Homs recuerdan las del ministro Goebbels. El periodista Augusto Assía, que estaba allí, reproducía en una crónica de marzo de 1933 las palabras pronunciadas por Goebbels tras su nombramiento como ministro: «Al pueblo no se le puede seguir dejando que vague a su propia suerte». Pues bien, no hace falta decir que este ha sido el propósito de Artur Mas desde que convocara nuevas elecciones y apareciera, bajo el lema «La voluntat d’un poble», en aquel cartel electoral de resonancias bíblicas inspirado, según todos los indicios, por su lugarteniente Homs. De igual modo, la conocida máxima del doctor Goebbels según la cual una mentira mil veces repetida se convierte en verdad ha constituido hasta ahora el eje de la actuación del consejero. El pasado miércoles lo ejemplificaba con todo detalle Ignacio Martín en estas mismas páginas a propósito del conocimiento del castellano por parte de los alumnos catalanes. Homs ha afirmado más de una vez —no mil, pero todo se andará— que ese conocimiento es superior al de la media española. Y el caso es que ha mentido. Como señalaba Martín, no se ha hecho nunca una evaluación de todo el alumnado por parte del Ministerio de Educación, sólo una muestral, en 2010, con 1.500 alumnos de 2º de ESO; el resultado de los examinandos catalanes se situó en la media estadística española, no por encima de ella; y las Comunidades que obtuvieron peor resultado que Cataluña son todas bilingües, excepto Canarias, Andalucía y Extremadura, las tres con un índice social, económico y cultural sensiblemente inferior al catalán. Y, aun así, el consejero va repitiendo, impertérrito, la misma mentira, no vaya a ser que el pueblo vague a su propia suerte.
(ABC, 8 de junio de 2013)
(ABC, 8 de junio de 2013)