Rafel Crespí, director del Instituto de Educación Secundaria de Sineu, emplazado en la Mallorca profunda, ha dimitido de su cargo ya que, según él, «el catalán no puede ser la lengua vehicular del centro» —entiéndase, la
única lengua vehicular del centro—. Se trata de una excelente noticia. Y es que de sus palabras de desprende que, cuando menos en Sineu, se está aplicando la ley. El TIL (Tratamiento Integral de Lenguas), implantado este mismo curso por el Gobierno Balear, prevé la introducción progresiva de catalán, castellano e inglés como idiomas vehiculares de la enseñanza, lo que en la práctica equivale a introducir poco a poco castellano e inglés, dado que el catalán, más que introducido, está ya incrustado, embutido y enquistado. Como es natural, el director y el resto de su equipo —que también ha renunciado al cargo— no son partidarios del TIL sino del antiguo régimen, esto es, de la inmersión pura y dura en catalán, y en consecuencia han decidido colgar los hábitos directivos. El propio Crespí ha confesado que no se siente con ánimos de pedir a sus compañeros que den las clases en castellano, que ello intranquiliza sobremanera su conciencia. De ahí que su dimisión deba entenderse como un acto de estricta coherencia. Y la coherencia, en un mundo como el nuestro, no puede por menos de celebrarse.
Por supuesto, ya en catalán, ya en castellano, ya en inglés, quienes seguirán ejerciendo la docencia en Sineu y en la gran mayoría de los centros públicos de la isla y del archipiélago son los de siempre. Los mismos,
mutatis mutandis, que la ejercen en estos pueblos de Navarra donde la enseñanza en euskera está
en manos de terroristas más o menos cesantes y de sus compinches. Pero que empiecen a quedarse
sin paraguas que los cubra en el propio centro docente y en las alturas de la administración educativa permite pensar que no está todo perdido en este campo. El adoctrinamiento nacionalista sigue y seguirá, para qué engañarnos. Pero convendrán conmigo en que no se adoctrina igual con un garbanzo en el zapato que sin él. Y hasta puede que con el tiempo el dolor se vuelva insoportable y las fieras se amansen. Torres más altas cayeron.
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Hablando de fieras, las del periodismo catalán contemporáneo.
Un tercer grado, sí.