Hoy, mira por dónde, Juan Carlos Girauta me ha robado un título. En fin, es un decir. Para calificarlo de robo, haría falta que Girauta hubiera leído el artículo que publiqué aquí mismo hace medio año y que también trataba del simposio de marras. Que lo hubiera leído y que, encima, recordara su título, lo que, francamente, es mucho pedir. Pero convendrán conmigo en que la coincidencia no deja de tener su gracia. Claro está que el título del simposio nos lo ponía a huevo. Aunque por caminos distintos y apelando a épocas distintas, ambos discurrimos sobre la evidencia de que el enfrentamiento se dio y se da entre catalanes —y, por tanto, entre españoles—, y no entre esas dos sinécdoques supuestamente independientes y confrontadas. Pero es que además —y eso ya no guarda relación con nosotros— el título mismo del simposio, o cuando menos la parte principal, está sometido, por lo que he observado, a variaciones, que acaso sean efectos, deseados o no, del propio artificio semántico. El título oficial del simposio es, en la parte principal, «Espanya contra Catalunya». Lo es desde el primer día hasta el último. Por supuesto, uno tiene todo el derecho a traducirlo, como hace Girauta en su artículo. O a dejarlo en catalán, si lo prefiere. Lo raro es esta fórmula mixta que he visto en un montón de medios, catalanes o no: «España contra Catalunya». Y lo más raro aún, lo inconcebible, es que alguien como Arcadi Espada, alguien tan mirado con el uso del lenguaje, alguien que tituló Contra Catalunya un libro escrito en castellano, para que no cupieran dudas sobre la autoría de la frase, haya usado también este «España contra Catalunya». ¿Estaremos ya, tal vez, definitivamente perdidos?