Me refiero a Lluís Arola, que ayer fue detenido y puesto luego en libertad con cargos en relación con el llamado caso Innova, que afecta a las irregularidades cometidas en los últimos años en las empresas municipales de Reus. Arola había sido el director científico de Shirota Functional Foods, una sociedad de capital mixto fundada en 2007, dedicada a la investigación nutricional y cuyo nivel de facturación resultaba ridículo en comparación con la inversión emprendida —una inversión facilitada en gran parte por los tres millones de aval del Ayuntamiento reusense—. En realidad, y tal y como se ha encargado de reconocer el actual rector de la Universidad Rovira i Virgili (URV), Francesc Xavier Grau, Arola era el hombre de la URV en Shirota —la universidad tarraconense poseía el 2% del capital—. Y vaya hombre. Porque Arola había sido, a su vez, rector de la URV entre 1998 y 2006. Y porque, en estos momentos, desempeña el cargo de presidente del Consejo Catalán de Investigación e Innovación, un alto organismo dependiente de la Generalitat de Cataluña.

Pero lo más curioso del personaje acaso sea su afición a tenérselas con la justicia. No, no me malentiendan. No digo que Arola sea un delincuente. Al menos, hasta la fecha. Arola es más bien un patriota —lo cual, sobra precisarlo, no tiene por qué ser incompatible, llegado el caso, con la condición de delincuente—. Y es en tanto que patriota como yo lo recuerdo y lo recordaré siempre. Porque yo viví hace doce años aquel acto de afirmación nacionalista montado por el régimen a las puertas de los juzgados de Tarragona y cuyo protagonista no era otro que el entonces rector Arola, al que un juez español y desaprensivo —y perdón si alguno de ustedes cree que incurro en pleonasmo— iba a juzgar por prevaricación. No sé cómo estarán hoy los ánimos para repetir aquella performance, si finalmente Arola debe pisar de nuevo un juzgado. Lo que es el consejero, sigue siendo el mismo, Andreu Mas-Collell. Y, al decir de Oriol Junqueras, la capacidad de movilización del pueblo catalán resulta hoy en día inconmensurable, capaz de paralizar no ya un juzgado sino un país entero. En fin, que no será porque no se den las condiciones necesarias. Y, si no, al tiempo.

Un catalán de pro

    15 de noviembre de 2013