Les hablaba ayer aquí mismo de ese «Pacto Nacional por la Educación que mire a una generación» incluido en el compromiso que el Movimiento Ciudadano está contrayendo con quienes se suman a su causa. Y les hablaba sobre todo de la imposibilidad, o de la extrema dificultad —dejemos una puerta abierta a la esperanza—, de lograr un pacto de esta índole que «ojalá durara», añadía, «una generación, al margen de cambios de gobierno y de partido». Pues bien, ayer mismo el Senado, a instancias del Partido Popular, modificaba el calendario de aplicación de la ley de educación futura: en vez de los tres años previstos inicialmente, van a ser cuatro los que precise la Lomce para implantarse en todo el sistema educativo. Lo que significa que en el próximo curso, el 2014-2015, no será efectiva más que en tres niveles de Primaria y uno de Formación Profesional Básica. O, lo que es lo mismo, que la implantación en ESO, Bachillerato y Formación Profesional queda pospuesta al curso siguiente, el 2015-2016. Según parece, ese cambio de planes guarda relación con las dificultades para poner en marcha la máquina administrativa —Estado, Autonomías, centros docentes, plantillas del profesorado— de golpe, en todos los tramos educativos. Se trata, pues, de un cambio sensato. Las cosas hay que hacerlas bien. Pero esa demora encierra también un peligro: el de que la ley, una vez más, no llegue a aplicarse, como ya ocurrió con su predecesora, la Loce, que fue derogada por el primer gobierno de Rodríguez Zapatero cuando apenas había empezado a implantarse. Todo dependerá del resultado de las elecciones legislativas de 2015. Por supuesto, esa derogación podría producirse igualmente aunque todos los tramos del sistema llevaran ya un año renovados; la izquierda no va a pararse en barras si recupera al poder. Pero sería, al menos, más dificultoso y acaso permitiría una solución transaccional. Con el cambio de calendario, por el contrario, el futuro de la Lomce estará en manos de los ciudadanos españoles que vayan a votar, si no hay adelantos electorales, a finales de 2015.