Y es que los catalanes —¿qué digo los catalanes? ¡los españoles!—, honorable Mahatma, queremos saber.
En la agenda del presidente de la Generalitat, y al margen de lo que puedan depararle, en el orden de la revelación, nuevos viajes por el mundo felizmente descolonizado —una visita a la Habana, por ejemplo, para honrar la memoria de José Martí; o una a Pretoria, donde, con algo de suerte, igual Nelson Mandela todavía recibe; o una a Bandar Seri Begawan, capital del sultanato de Brunei, en la isla de Borneo, que no todo van a ser grandes nombres ni grandes epopeyas—; en la agenda de Artur Mas, decía, espero ver muy pronto un calendario de las muchas huelgas de hambre que el presidente tiene previsto emprender hasta la consulta final; una fecha concreta para el inicio de la Marcha de la Sal catalana, que aquí, por supuesto, habrá que rebautizar como la Marcha del Expolio, del mismo modo que el famoso Raghupati deberá convertirse en Els Segadors; y los días, en fin, en que va a celebrarse en Madrid esa Conferencia de la Mesa Redonda a la que asistirá sin duda el presidente del Gobierno colonialista y de la que debe salir una solución sí o sí.
Y es que los catalanes —¿qué digo los catalanes? ¡los españoles!—, honorable Mahatma, queremos saber.
Y es que los catalanes —¿qué digo los catalanes? ¡los españoles!—, honorable Mahatma, queremos saber.