(ABC, 30 de noviembre de 2013)
El presidente Artur Mas seguía ayer de viaje por la India. Se comprende. Por un lado, la India está lejos y resulta difícil imaginar que uno pueda desplazarse hasta allí y regresar en un par de días —y no digamos ya si va acompañado de su señora—. Luego, qué quieren, cualquiera tiene derecho a disfrutar de un viaje de fin de curso, cuando no de fin de carrera, y todo indica que este es el caso. Por lo demás, parece que el hombre va abriendo mercados; o eso se desprende, al menos, de las fotografías con que los medios ilustran su romería asiática, en las que se le ve, ora en una escuela para obreros, ora en una fábrica de automóviles —bien es cierto que, en el primer caso, uno no sabe muy bien qué mercado abre, como no sea el de los libros de texto—. El problema es que el presidente de la Generalitat, aparte de todo lo anterior y de transubstanciarse en Mahatma Gandhi, hace declaraciones. Y el problema es que esas declaraciones tienen siempre ese punto levantisco y chuleta que tanto gusta a los nacionalistas catalanes cuando se olvidan, por un momento, de su inveterado papel de víctimas. Así, en relación con la reciente aprobación de la Lomce. Dice Mas que no va a aplicar la Lomce, sino la Lec, la ley de educación catalana. Y lo razona de este modo: «Tenemos una ley propia para aplicar y una ley impuesta, que espero que quede aparcada y superada la próxima legislatura». Pero no es este el único argumento al que recurre. También echa mano de la falacia de la diversidad, tan cara a nuestra izquierda. En otras palabras: la ley catalana es mejor que la española no sólo por catalana, sino también por ser el fruto de un acuerdo tripartito —CIU, ERC y PSC— y no la resultante de la voluntad de un único partido —el PP—, por muy mayoritario que este sea. La insumisión futura queda así servida y razonada. Y sazonada además con unas siglas, las del PSC, que tanto han contribuido, a lo largo de sus ya más de 35 años de existencia, a la hegemonía del nacionalismo, educación mediante. Me temo que nunca ponderaremos lo suficiente la responsabilidad del socialismo autóctono en la quiebra del modelo de Estado.
(ABC, 30 de noviembre de 2013)
(ABC, 30 de noviembre de 2013)