Me sorprendió leer hace unos días que David Fernàndez abogaba por el boicot de los partidos soberanistas a las próximas elecciones generales, previstas para dentro de un año. Pero más me sorprendió que la iniciativa no fuera suya —lo cual habría sido lógico, dado que su partido, la CUP, nunca ha concurrido a esa clase de comicios—, sino de un tal Alfons Claver, tuitero. Uno no puede estar en todo, naturalmente, y por más que haga ímprobos esfuerzos para captar las palpitaciones del tiempo, incluso las de la sociedad del ciberespacio, siempre se le escapa alguna cosa. Como esa «Via Claver», que así ha sido ya bautizada la propuesta. Detrás de ese boicot a las legislativas, al que deberían sumarse CIU y ERC, amén de la propia CUP, existe la creencia de que, por un lado, la baja participación resultante debilitaría de forma considerable al Estado en su afán por vender al exterior la «españolidad» de Cataluña y de que, por otro, la hipotética victoria de Podemos, tanto en Cataluña como en el conjunto de España, facilitaría enormemente las cosas a la hora de negociar la secesión con el ejecutivo surgido del nuevo Parlamento.
Yo no sé si esos cálculos, realizados a partir de sondeos y a un año vista, son muy fiables. Y, por supuesto, dudo mucho que las dos fuerzas hoy mayoritarias se avinieran a perder todas las prebendas, empezando por las estrictamente económicas, que su presencia en las Cortes les depara. Pero sí creo que una iniciativa de esta índole sería coherente con la ideología que defienden. Si creen que Cataluña debe separarse de España cuanto antes, ¿a qué seguir calentando bancada en Madrid? ¿No sería mucho más noble dar ejemplo y portazo, todo en uno? Yo mismo abogué en estas páginas, hará pronto dos meses, por una abstención activa de las fuerzas constitucionalistas catalanas en unas futuras elecciones autonómicas convertidas en plebiscitarias por obra y gracia de la lista única del presidente Mas. Y en esas sigo, pues, como dije entonces,
«no se puede ser parte de un fraude». Sólo me faltó llamarlo «Vía Pericay», pero eso, queridos lectores, como comprenderán, lo dejo en sus juiciosas manos.
(ABC, 13 de diciembre de 2014)