El Gobierno ha tenido que publicar su Portal de la Transparencia para que algunos españoles, entre los que me cuento, hayamos por fin comprendido el porqué de su inacción durante la aciaga jornada del 9-N. En efecto, ¿cómo puede un gobierno actuar —o, lo que es lo mismo, un Estado dar fe de vida— cuando 264 altos cargos —y, entre ellos, el propio director del Gabinete de la Presidencia del Gobierno— cobran más que el presidente del Gobierno? ¿Cómo puede ese gobierno actuar cuando los secretarios de Estado ganan un 30% más que los ministros que lo componen? Y, sobre todo, ¿cómo puede un gobierno así imponerse a un gobierno asá —en este caso, el de Cataluña—, donde no se da esta relación retributiva, sino más bien la inversa? La verdad tarda en llegar, pero, cuando llega, es inapelable.