Este jueves, en la presentación de un ensayo que trata al parecer de las aportaciones catalanas a la historia del universo —ignoro en cuántos volúmenes, pero seguro que serán muchos—, el presidente Mas reclamaba a la clase política de por aquí «altura de miras y sentido de país». La víspera, la televisión autonómica programaba un documental, «L’endemà», que combinaba un rosario de testimonios entusiastamente favorables a la secesión con una especie de trama en la que un joven insulta y amenaza a su pareja cuando esta le comunica su intención de separarse. El guión no puede ser más burdo: la pobre Cataluña, a la que acompaña no sólo el sacrosanto derecho a decidir, sino también una retahíla de voces que acuden en su auxilio, es maltratada sin piedad por ese Estado —español, ¿cuál si no?— que no atiende a razones. La autora de ese churro pestilente, Isona Passola, es presidenta de la Academia del Cine Catalán, ha ejercido en numerosas ocasiones de palmera mayor del presidente de la Generalitat y había ya perpetrado cinco años atrás un documental de factura parecida, aunque algo más comedida, «Cataluña-Espanya».
Por supuesto, que Artur Mas reclame «altura de miras y sentido de país» a la clase política catalana mientras su televisión se entrega a la propaganda más zafia que imaginarse pueda —el NODO franquista y no digamos ya la TVE de antes del UHF eran un inocente juego de niños en comparación con la actual TV3— no constituye, en el fondo, sino las dos caras de un mismo mecanismo. Esa elevación que pide a sus iguales para que sacrifiquen toda rencilla, todo interés partidista, a la consecución del ideal, encarnado en ese «sentido de país» sublimador de cualquier disonancia, tiene su contrapunto en el vuelo rasante, gallináceo, al que se entregan los medios de comunicación locales, con la televisión autonómica a la cabeza, para excitar los más bajos instintos ciudadanos. El mecanismo, sobra añadirlo, es de corte profundamente totalitario. No existe pluralidad ninguna. No existe tolerancia ninguna hacia el discrepante. Sólo un pertinaz bombardeo hecho de odio y rencor.
(ABC, 20 de diciembre de 2014)