En los últimos diez días hemos asistido en Cataluña a la escenificación de una sociedad escindida. El martes 25 de noviembre Artur Mas hacía públicos sus planes de ruptura en presencia de Oriol Junqueras y una legión de conmilitones, lisonjeros y estómagos agradecidos. Una semana más tarde Junqueras hacía lo propio en presencia de Mas y otra cohorte de semejante condición. Por supuesto, uno y otro habrían podido reunirse en privado, decirse lo que tuvieran que decirse y extraer de esa confrontación de pareceres algo más que unos cuantos titulares. Pero no habría sido lo mismo, claro. El soberanismo catalán se mueve en gran medida en el terreno de lo simbólico y esos actos, aparte de acarrear casi siempre una retransmisión televisiva y una cobertura mediática desaforada, suponen un chute sentimental de primer orden, por lo que dos mejor que uno. Mientras tanto, al otro lado de la zanja cavada por el soberanismo, unas cuantas fuerzas políticas escenificaban el pasado jueves su apoyo a la Constitución y, en último término, al Estado de derecho y a la democracia que de él emana. En el acto, promovido por SCC, estaban representados PP, Ciutadans, UPyD y ese PSC que nunca se sabe si se sube o se baja del carro. Por supuesto, nada que ver con las conferencias de Mas y Junqueras, ni en el fondo, ni en la forma, ni en la atención recibida por parte de los medios locales. Cataluña es una comunidad autónoma en la que el partido en el Gobierno y la principal fuerza de la oposición ponen todo su esmero en destruir el sistema que les da de comer —con el apoyo, más o menos condicionado, de CUP e ICV-EUiA—, mientras que el resto de las formaciones políticas presentes en el Parlamento regional, más UPyD, se afanan por defenderlo, sin que ello comporte renunciar a futuras reformas. Y todo indica que en los próximos meses, con elecciones anticipadas o sin ellas, con varias «listas de país» o una sola, esa zanja entre los antisistema y los constitucionalistas no hará sino crecer. Y, con ella, las tensiones, las rencillas, los enfrentamientos y, en definitiva, la devastación de la sociedad.

(ABC, 6 de diciembre de 2014)

La Cataluña escindida

    6 de diciembre de 2014