Entra un hombre y pregunta por el delegado, que si está y puede hablar con él.
El delegado está y sale a recibirle al punto. Se conocen. El hombre no sólo tiene sus ahorros en la oficina, sino que se trata de un buen cliente, de esos que un delegado de oficina o director de sucursal —tanto monta, monta tanto— no pueden permitirse el lujo de perder. Y ese cliente anda hoy preocupado, muy preocupado. Por eso ha venido.
—Verá, como usted sabe, tengo aquí mis ahorros. Y no sé qué va a pasar.
—¿No sabe qué va a pasar? ¿Cuándo?
—El día en que esa gente proclame la independencia.
—Ah, tranquilícese usted. A usted y a sus ahorros no les va a pasar nada.
—Yo no estaría tan seguro. Esos son capaces de nacionalizar los bancos o de imponer un corralito. O qué sé yo.
—Imposible. Ojo, no estoy diciendo que no sean capaces de eso y de cualquier cosa; digo que sus ahorros no corren ningún peligro.
—Como no me lo explique…
—Muy sencillo: La Caixa tiene ya un protocolo para el caso en que se produzca esa declaración de independencia.
—¿Un protocolo?
—Sí, está todo previsto.
—…
—En cuanto den el paso, todo el dinero depositado en Cataluña pasará inmediatamente a estar depositado en Madrid. O sea, en España. Bastará con apretar el botón, como quien dice. Ya ve que no tiene usted nada que temer.