(ABC, 1 de noviembre de 2014)
El Consejo de Estado y el Gobierno de España han hecho lo que debían. Dentro de un par de días, el Tribunal Constitucional hará con toda seguridad lo que debe. ¿Qué hará luego el Gobierno de la Generalitat? De momento su estrategia se asemeja de modo alarmante a la del Ejecutivo de ERC que presidía en 1934 Lluís Companys. Entonces el motivo fue la Ley de Contratos de Cultivo. Ahora es la convocatoria de esa «consulta» trasmudada en «proceso participativo». Entonces, tras el fallo del Tribunal de Garantías de la República —el Constitucional de aquellos tiempos—, el desacato consistió en volver a presentar y aprobar la misma ley en el Parlamento catalán, sin tocar una coma del texto. Ahora, tras el fallo del Alto Tribunal suspendiendo cautelarmente la convocatoria, el desacato ha consistido en cambiarle el nombre a la cosa, en sustituir todo acto administrativo por instrucciones telefónicas y digitales y en mantener, a un tiempo, el propósito inicial y la formulación de la doble pregunta, sin tocar una coma del texto. El desafío, pues, está servido. Sobra añadir que lo que vino luego en el 34 no vendrá en el 2014. Lo cual no significa, por desgracia, que la violencia esté descartada. El doble juego —por llamarlo del algún modo— al que se ha entregado el actual presidente de la Generalitat, afectando obedecer la ley y burlándola a cada paso, va a traer consecuencias. Inmediatas, y a medio y largo plazo. Entre las inmediatas está lo que pueda ocurrir en la calle el 9-N. La CUP ha llamado a ocuparla para votar. ICV ya propugnó hace días, ante la suspensión, una movilización alternativa. Y la ANC y Òmnium pedían este jueves a sus rebaños respectivos que el día de autos se agolpen a las puertas de los colegios electorales —por llamarlos de algún modo—. ¿Qué hará el Gobierno de la Generalitat?, insisto. O mucho me equivoco o no hará nada para impedir el caos, que es como decir que seguirá promoviéndolo. De perdidos al río, parece ser la máxima de Artur Mas y su camarilla. Así las cosas, no queda sino esperar que, llegado el momento, la corriente arrastre sólo a quienes se lo han ganado a pulso.
(ABC, 1 de noviembre de 2014)
(ABC, 1 de noviembre de 2014)