No estoy en el secreto de las negociaciones entre Ciutadans y UPyD, ni por tanto en el de la ruptura consiguiente, pero todo indica que el pasado jueves no había ya voluntad ninguna, a un lado y otro de la mesa, de llegar a un acuerdo. Se reunieron porque había que reunirse y luego cada cual fue a lo suyo. En todo caso, lo que ha trascendido es que Ciutadans quería un acuerdo de coalición electoral para toda España, mientras que UPyD proponía tan sólo uno ceñido a Cataluña con el argumento de que la implantación del partido de Albert Rivera en el resto del territorio nacional mediante franquicias —o sea, mediante acuerdos con fuerzas locales o regionales ya existentes— era contrario a los principios del partido fundado y liderado por Rosa Díez. Si este era el panorama, es evidente que no había nada que hacer, aparte de seguir perdiendo el tiempo. Pero, si por un lado hay que lamentar que la conjunción —siquiera electoral— de ambas formaciones se haya revelado imposible, por otro hay que reconocer que la búsqueda de un acuerdo para toda España, esto es, la propuesta de Ciutadans, se corresponde con lo que una gran mayoría de los españoles defensores del Estado de derecho y desencantados de los dos grandes partidos nacionales estaban anhelando y demandando. En otras palabras: a nadie preocupaba lo que UPyD pudiera aportar en Cataluña a una posible coalición, sino lo que pudiera resultar de una gran coalición en el conjunto del Estado para toda clase de comicios, que es lo que proponía Ciutadans. A partir de ahora, habrá que ver quién se lleva el gato al agua. Rivera ha anunciado ya trasvases de militancia de UPyD a Ciutadans. Y los sondeos más recientes apuntan también a un progresivo trasvase de votos. En realidad, estaría ocurriendo en muchos lugares de España lo que ya ocurrió cuando UPyD surgió como fuerza política y fagocitó la frágil y embrionaria estructura de Ciutadans. Lo mismo, claro, pero al revés de entonces. En circunstancias de este tipo, en las que no queda más remedio que escoger, es muy importante saber de dónde sopla el viento. Y, a día de hoy, no parece que en este punto haya muchas dudas.

(ABC, 22 de noviembre de 2014)

La dirección del viento

    22 de noviembre de 2014