Parece que este jueves hay reunión y que esta será a todo o nada. No sé si celebrarlo. Quiero decir que no sé si celebrar que vamos a salir de una vez por todas de esa incertidumbre en la que llevamos demasiado tiempo instalados. Quienes hemos abogado desde el primer momento por la unión, por la fusión incluso, de Ciutadans y UPyD, estamos, ciertamente, curados de espanto. Pero ello no quita que empecemos a estar también bastante hartos del culebrón. Además, ya va siendo hora de saber a qué atenernos. O sea, si vamos a disponer de un frente amplio regeneracionista, fiel al espíritu de nuestra Constitución y abierto al mismo tiempo a las reformas que haya que acometer para preservarlo, o si, por el contrario, vamos a tener que inclinarnos por una de las dos fuerzas en liza, con la pérdida de energías y votos que esa pugna fatalmente va a conllevar. En la situación en la que se encuentra España, con dos partidos otrora mayoritarios en caída libre y dos fuerzas antisistema —los nacionalismos varios, por un lado, y los neocomunistas revolucionarios, por otro— pujantes y dispuestas a acabar con el régimen de libertades del que hemos disfrutado durante cerca de 36 años; en semejante situación, digo, lo único intolerable es la incertidumbre, en tanto constituye la antesala de la inacción. Pónganse pues de acuerdo, dirigentes de Ciutadans y de UPyD, o rompan de una vez la baraja. Que, al día siguiente, los españoles que todavía creemos en los valores de nuestra Constitución ya sabremos sacar de ello las debidas enseñanzas.