Por lo demás, le guste o no a Navarro, el argumento aducido por Oriol Junqueras para atraer hacia sus filas a esas otrora figuras socialistas y, en definitiva, a los militantes y electores que puedan secundarles resulta inobjetable. Según el líder republicano, no existe diferencia ideológica alguna, ni en lo social ni en lo identitario, entre esos miembros del PSC y los de ERC. Para entendernos: ambos son socialdemócratas y soberanistas. Lo lógico, pues, es que se integren en unas mismas siglas. También podría afirmarse algo parecido de los votantes de ICV-EUiA de no ser porque en este caso la rémora antisistema dificulta el proceso de absorción. Bien mirado, la estrategia de frente amplio puesta en marcha por ERC se asemeja en buena medida la que el propio partido ensayó en 1931 con su Esquerra Catalana. Es verdad que entonces la figura del teniente coronel Macià facilitaba las cosas; pero, en fin, tampoco cabe descartar que el profesor Junqueras alcance a la larga un aura similar. En lo tocante al ensanchamiento frentista, tal vez merezca la pena recordar que en aquella coalición de los años treinta del pasado siglo figuraban una serie de partidos de corte análogo a lo que pueda ser hoy en día el grupúsculo fundado por Ernest Maragall tras abandonar el PSC o, de forma más general, la facción Avancem de Ignasi Elena o el Agrupament Socialista de Àngel Ros y Marina Geli. Pienso, por ejemplo, en Acció Catalana Republicana o en la Unió Socialista de Catalunya, referente histórico de uno de los embriones del PSC.
Y es que, siguiendo con el paralelismo y teniendo en cuenta que ERC ya incluye entre sus filas a lo que sería, mutatis mutandis, el equivalente de aquel Estat Català de Francesc Macià —me refiero, claro, a los exmilitantes y acólitos de la extinta Terra Lliure—, no parece que falte mucho para la consolidación de un frente semejante. Todo dependerá, en gran parte, de la capacidad de Convergència de retener, en un futuro no lejano, a sus votantes tradicionales, que es como decir su capacidad de subsistir como opción política después del previsible sorpasso de ERC y la más que probable huida, no se sabe muy bien hacia dónde, de sus socios de Unió. Sea como sea, de lo que no hay duda es de que esta vez no va a encontrarse enfrente a la Lliga de Cambó y sus satélites, sino a un conjunto mucho más diverso de opciones, caracterizado por su defensa de la ley y el orden y por su denuncia del nacionalismo insurreccional. Que esas opciones acaben configurando también un frente apto para plantar cara al que se está constituyendo ahora mismo es ya, por supuesto, otro cantar.
(Crónica Global)