Hay que ver la prisa con que el nacionalismo catalán se ha desmarcado del feo asunto de Ucrania. No ya el ministro Homs, que tantas semejanzas encontraba hace semanas entre ambos «procesos» —así lo recogía, al menos, un informe de su departamento— y que este mismo martes insistía en negar todo parecido, sino los propios intelectuales orgánicos del régimen de Artur Mas. Uno de ellos, integrado en esa vanguardia que trabaja afanosamente por la secesión, escribía ayer que «no se pueden hacer paralelismos fáciles» entre «la política de Cataluña o España» y «el caso especial de Crimea». Pues claro. Como no deberían haberse hecho con el caso, más general e igual de especial, de Ucrania. Pero cuando uno se mete en estos berenjenales —y el nacionalismo y sus derviches llevan tiempo buscando paralelismos en el mundo a los que agarrarse para evitar el hundimiento—, tiene que aceptar las consecuencias. Y resulta que el Parlamento de Crimea acaba de convocar un referéndum para el próximo 16 de marzo con el propósito de romper amarras con el Estado del que todavía forma parte. ¿Les suena? Y no sólo eso. También ha dispuesto que los ciudadanos respondan a una doble pregunta. ¿Les sigue sonando? Es verdad que las preguntas no son en este caso interdependientes sino disyuntivas; pero, en fin, tampoco vamos a exigir un calco perfecto. Así las cosas, ¿cómo quieren que uno se abstenga de comparar ambos escenarios? Lo que sí ha variado, y es de justicia reconocerlo, ha sido la reacción del Gobierno del Estado. El de Ucrania no ha tardado ni un segundo en declarar ilegal la consulta y en prohibirla tajantemente —e incluso el presidente Obama se ha manifestado en el mismo sentido—, mientras que por aquí andamos con recursos al Constitucional a la espera de que finalmente los convocantes se echen atrás y no sea necesario llegar a mayores. En nuestro caso, el margen de tiempo entre convocatoria y celebración del referéndum ayuda, sin duda alguna. Pero tampoco vendría nada mal un poco más de energía en la respuesta gubernamental. Muchos catalanes, estoy seguro, lo agradecerían de veras.

(ABC, 8 de marzo de 2014)

Cataluña no es Crimea

    8 de marzo de 2014