Lo que parece plenamente descartado, en todo caso, es que el adiós de Forges sea el adiós de Forges.
Es posible que ese adiós de la viñeta de Forges no sea más que la expresión del desencanto de los españoles ante su clase política. O sea, una invitación a que los políticos aprovechen las elecciones europeas del próximo 25 de mayo para largarse. Lo que no queda claro es si sus puestos deberían cubrirse con otros políticos o si lo que propone el humorista es que ese democracia nuestra deje de ser representativa y devenga en asamblearia y popular. Son las ventajas del género: uno no tiene por qué ofrecer soluciones, le basta con la denuncia. Pero la viñeta admite aún otra lectura. La de que el adiós en cuestión sea un adiós a Europa. O sea, una invitación a que los españoles aprovechen la próxima cita electoral para desgajarse de la Unión. Como saben, para muchos ciudadanos, y notoriamente para los que se reclaman de izquierdas, la culpa de todos nuestros males la tiene el capital, representado por esos hombres de negro de la llamada troika —Comisión Europea, Banco central Europeo y Fondo Monetario Internacional— que nos visitan de tarde en tarde para comprobar si hemos hecho los deberes o, lo que es lo mismo, para ver si hemos subido o no un agujero a la hora de abrocharnos el cinturón. ¡Ah, los viejos tiempos de la peseta!
Lo que parece plenamente descartado, en todo caso, es que el adiós de Forges sea el adiós de Forges.
Lo que parece plenamente descartado, en todo caso, es que el adiós de Forges sea el adiós de Forges.