No se me escapa que hay colectivos y colectivos, y que no es lo mismo uno de inmigrantes de Ciutat Vella que uno de viejas y desentonadas glorias socialistas residentes en la zona nacional de la ciudad. Pero, en lo tocante a la «iniciativa organizada», lo único que distingue una de otra es la doble moral del ejecutante. Y en eso sí que Martí, justo es reconocerlo, se ha llevado la palma.
Jordi Martí, jefe de la oposición socialista en el Ayuntamiento de Barcelona, soberanista conspicuo y candidato a alcaldable por el partido, ha perdido. La primera vuelta de las primarias, celebrada el pasado sábado, le dejó en tercer lugar y, por consiguiente, fuera de juego. Pero Martí no ha sabido perder. En vez de reconocer la derrota y poner su cargo de jefe de la oposición municipal a disposición del partido, Martí optó por impugnar el resultado de una de las mesas electorales y pedir la revisión de otras dos. Estas fueron sus razones: «Hay constancia, por parte de testimonios, interventores y medios de comunicación, de que se dieron situaciones y dinámicas muy extrañas en la sede electoral situada en la agrupación de Ciutat Vella. En particular, la presencia de muchos votantes que desconocían absolutamente el contenido y el alcance de lo que se estaba celebrando. Grupos de personas en la calle recogiendo la papeleta y el euro, que entraban al colegio a votar sin ser capaces de expresar el sentido de lo que estaban haciendo, hace pensar que se trataba de una iniciativa organizada que se aprovechaba de la vulnerabilidad de determinados colectivos». Lo más interesante de su alegato —que la Autoridad Electoral de partido ha desestimado— es el final. O sea, eso de la «iniciativa organizada que se aprovechaba de la vulnerabilidad de determinados colectivos». Entre otras cosas, porque quien afirma tal cosa en tono de denuncia es la misma persona que días antes corrió a hacerse la foto con un vetusto e indefenso Pasqual Maragall tras haber recabado, a través de su mujer, el apoyo del clan.
No se me escapa que hay colectivos y colectivos, y que no es lo mismo uno de inmigrantes de Ciutat Vella que uno de viejas y desentonadas glorias socialistas residentes en la zona nacional de la ciudad. Pero, en lo tocante a la «iniciativa organizada», lo único que distingue una de otra es la doble moral del ejecutante. Y en eso sí que Martí, justo es reconocerlo, se ha llevado la palma.
No se me escapa que hay colectivos y colectivos, y que no es lo mismo uno de inmigrantes de Ciutat Vella que uno de viejas y desentonadas glorias socialistas residentes en la zona nacional de la ciudad. Pero, en lo tocante a la «iniciativa organizada», lo único que distingue una de otra es la doble moral del ejecutante. Y en eso sí que Martí, justo es reconocerlo, se ha llevado la palma.