Todo indica que el nacionalismo va tomando posiciones de cara a la gran batalla. Así, el presidente Mas declara en sede parlamentaria que piensa sacar el 9 de noviembre las urnas a la calle porque no se le ocurre, dice, qué otra forma existe de celebrar una consulta si no es introduciendo un sobre en una urna. A un tiempo, nos enteramos de que la Dirección General de Policía de la Generalitat advierte en una instrucción interna que el 9 de noviembre —así como por Sant Jordi, con ocasión de los premios de Fórmula 1 y Moto GP, cuando las elecciones europeas, y el 11-S y el 12-O, entre otras fechas— no tolerará ausencia alguna de los Mossos movilizados, excepto las que obedezcan a motivos de salud. Sobra decir que ambos ejemplos, aun cuando puedan alarmar al personal —al no nacionalista, se entiende; al otro más bien le insuflan ánimos—, se inscriben en la más pura lógica. De un lado, el presidente sigue empeñado en su referéndum y hasta que gaste todas las salvas no cejará en su empeño; de otro, la Dirección General de Policía no hace sino cumplir con su deber de asegurar el orden público en las jornadas en que este puede verse alterado —y la consulta del 9 de noviembre, no vayamos a olvidarlo, forma parte, desde el mismo día de su convocatoria, del calendario oficial—. En paralelo, la Asamblea Nacional Catalana (ANC), ese apéndice de ERC al que tanto aprecio tiene la Convergència soberanista y al que tanto dinero público ha regalado, directa o indirectamente, ha fijado ya la fecha del 23 de abril de 2015 para proclamar la independencia, y ello lo mismo si hay consulta que si no la hay. Y hasta se ha permitido incluir en su hoja de ruta la necesidad de controlar las fronteras, las comunicaciones y la seguridad pública, una vez materializada la secesión. Al más puro estilo golpista, vaya.

Así las cosas, habrá que ver si, llegado el instante supremo, Mas emula al Companys del 6 de octubre de 1934 —del trabajo sucio de los Dencàs i Badia ya se está encargando, con suma eficacia, la ANC de Forcadell—. Y habrá que ver, por supuesto, si en tal caso Rajoy toma ejemplo de su antecesor Lerroux o si, por el contrario, sigue estando, como parece, en Babia.

(ABC, 15 marzo 2014)

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    15 de marzo de 2014