1. Hay días en los que el consejero Mascarell hubiera deseado no tener manos.

2. Lo de los voluntarios para el 9N tiene delito. Eso de los directores y profesores de instituto, por ejemplo. Sobra decir que, siendo como son funcionarios, se arriesgan a una sanción en caso de participar en la organización de la farsa consultiva y, encima, en su lugar de trabajo. Pero la Generalitat ha encontrado ya la solución. El desdoblamiento de personalidad. Uno es funcionario de lunes a viernes. Y punto pelota. El sábado y el domingo no sólo descansa, sino que además es otro. Un voluntario, por ejemplo, alguien que nada tiene que ver con aquel colegio o aquel instituto en el que trabaja de lunes a viernes, alguien que pasaba por allí y se ha ofrecido a echar una mano. Un patriota, en una palabra. ¿Y quién le negará a un patriota el derecho a decidir que el fin de semana del 8 y del 9 de noviembre no es un funcionario?

3. Hay quien se sorprende, a estas alturas, de que en Cataluña mande la calle. Duran i Lleida, por ejemplo. O eso dice. Según su última hoja parroquial, el que las «fuerzas parlamentarias [catalanas] estén pendientes de lo que acuerden entidades muy respetables [Òmnium y ANC], pero sin representatividad en una democracia parlamentaria», es «mala señal». ¿Y no lo ha sido acaso en todo el tiempo transcurrido entre aquel 11 de septiembre al que Duran acudió a la pata coja y el mismísimo día de hoy? Según ha reconocido en más de una ocasión el presidente Mas, el principal impulso del llamado Proceso ha venido de esas entidades. Así las cosas, ¿de qué se extraña Duran? Lo que ha cambiado en estos dos años no es quién manda aquí. Lo que ha cambiado es que muchos de quienes les jaleaban, les seguían el juego y aparentaban lo que no era, ya no saben cómo salir de esa.

El esperpento catalán

    20 de octubre de 2014