Este mes de octubre de 2014 no sólo va a ser recordado como el mes en que se produjo el primer caso de contagio del ébola en España y Europa —eso que el exconsejero Josep Huguet, con su gracejo proverbial, ha
calificado de «peste española múltiple», tras asociarlo con la prohibición, por parte de las instituciones del Estado, de celebrar la consulta del 9-N—, sino por la extensión de la violencia en Cataluña. El pasado fin de semana la hija de Josep Ramon Bosch, presidente de Sociedad Civil Catalana, fue
acosada en una fiesta popular por unos descerebrados, que la llamaron «fascista» y «nazi» e intentaron acorralarla. El miércoles, la sede de Ciutadans en Lérida fue
pintarrajeada por una partida de jóvenes independentistas y decorada con carteles llamando a la desobediencia. El mismo miércoles, en Barcelona, la sede del PSC en el barrio de Les Corts era
asaltada por un grupo de estudiantes independentistas, que realizaron pintadas amenazantes dentro y fuera del local y destrozaron parte del mobiliario. (Tanto una sede como otra habían sido ya objeto en el último año de ataques similares.) Y el jueves una decena de miembros de la CUP debidamente enmascarados organizaron un
escrache en el domicilio de la dirigente del PP catalán Alicia Sánchez Camacho, a la que habían «señalado» con anterioridad mediante un cartel en el que podía leerse, en catalán: «Señalemos a los que pretenden cortarnos las alas con leyes y tribunales fascistas. ¡Que el miedo cambie de bando!». Todo ello sin que los demás partidos políticos con representación parlamentaria tuvieran a bien condenar alguno de estos hechos. Lo que sí condenaron, en cambio, esta misma semana y a propuesta de ICV-EUiA, fue el ataque sufrido en mayo pasado por una
rama del Pi de les Tres Branques. Este es el valor que las fuerzas pro consulta catalanas otorgan a cuantos ciudadanos disienten de sus propósitos: menos que una rama.
Falta un mes escaso para el 9-N y todo indica que a Mas la situación se le ha ido de las manos —si es que alguna vez la tuvo bajo control—. Y esto es sólo el principio. Conviene estar vigilantes, pues. Democráticamente vigilantes.
(ABC, 11 de octubre de 2014)