Yo diría que fue el maestro Iván Tubau —¿quién, si no?— el primero en hacerme observar que el humorista gráfico se hallaba siempre en el extremo mismo de la línea editorial del periódico, en el límite de lo permisible, un poco como el bufón en la corte. Así las cosas, el dibujo de El Roto hoy en El País resulta impropio del género y, lo que es peor, no tiene pizca de gracia. ¿Desde cuándo la equidistancia ante el nacionalismo, el reparto igualitario de culpas, supone una transgresión cualquiera, un ir más allá de lo establecido? Sólo se me ocurre una respuesta: desde el momento en que el nacionalismo ha infestado todo, periódico incluido, hasta el punto de erigirse en algo normal, consuetudinario, epicéntrico, familiar.

Un roto

    22 de enero de 2014