La consejera Rigau tiene previsto reunirse la semana entrante con representantes del sector editorial, rama libros de texto, para que no se les ocurra malgastar tiempo y dinero en la elaboración de unos nuevos manuales para 1º, 3º y 5º de Primaria, o sea, para los niveles de enseñanza en los que a partir del próximo curso va a empezar a implantarse la Lomce. Las razones aducidas por la consejera para paralizar el proceso de edición son, por un lado, la premura con que habría que adaptar los currículos, teniendo en cuenta además el grado de disconformidad entre la propuesta del Ministerio y el punto de vista de la Generalitat, y, por otro, la conveniencia de que en época de crisis se reduzca al máximo el gasto familiar, lo que sin duda se consigue reutilizando los libros de años anteriores. Sobra añadir que las razones de Rigau son mera pantalla. O pura obstrucción, si lo prefieren. En este campo, como en el de las sentencias de los tribunales para que los alumnos sean escolarizados también en castellano, o como en cuantas disposiciones emanan del Estado y son de obligado cumplimiento, la política del Gobierno catalán consiste en mostrarse renuente, cuando no a oponerse frontalmente a su aplicación. Es la política del «qui dia passa, any empeny» en la que se halla embarcada la Generalitat desde hace tiempo y, en especial, desde que Mas es su presidente. Pero en esta ocasión parece que los editores de libros de texto no están dispuestos a transigir. Les va el negocio, por supuesto. Como mínimo el negocio en Cataluña. Si no editan nuevos libros, apenas tienen ingresos. En este sentido, todo cambio legislativo es para ellos como agua en mayo. De ahí que lo que se plantee sea una pugna entre mercado y Estado —o Paraestado, dado que se trata del catalán—. Las editoriales quieren vender y, para vender, necesitan producir. Al actual Gobierno de la Generalitat le importa un bledo su tejido empresarial, ni siquiera la gallina de los huevos de oro del sector editorial; sólo le importan sus delirios soberanistas. Y encima el tiempo, claro, juega a su favor.

(ABC, 25 de enero de 2014)

Estado, mercado y libros de texto

    25 de enero de 2014