Se ve que, poco a poco, la proyección internacional de la huida hacia delante emprendida por el presidente Mas —también llamada Procés— va cuajando. Atiendan, si no, a la anécdota. Londres, 29 de enero de 2015. El avión de la British Airways 478 con salida a las 8:00 —hora inglesa— del aeropuerto de Heathrow y llegada a Barcelona a las 11:30 —hora española— está a punto de despegar. Se trata de un vuelo de conexión. Gran parte de los 180 pasajeros proceden en realidad de Nueva York, de donde han salido con retraso y realquilados en otros trayectos por culpa de la tormenta de nieve que finalmente no fue. Por la megafonía se comunica a los presentes que dentro de nada el avión va a despegar con destino a Barcelona etc., etc., etc. Lo dice una voz enlatada y la lata es catalana. O sea, una llauna. Bien. El problema es que luego no se oye otra voz que la inglesa del piloto. Ni en lata ni en directo pueden escuchar los pasajeros —muchos de ellos españoles y no necesariamente catalanes— explicación alguna en la lengua oficial del país. Y eso que British Airways se fusionó con Iberia hará pronto un lustro, por lo que algún influjo español debería tener ya a estas alturas. Pues no, no lo tiene. Y así nos va por el mundo.