Ya sólo espero el momento en que a Artur Mas le ocurra lo que al periodismo americano de hace un siglo con la obsesión por adelantar la hora de salida de las ediciones: que de tanto querer anticipar las elecciones llegue el día en que la legislatura ni siquiera consiga inaugurarse. O sea, y por decirlo con Camba, que la política catalana alcance la más absoluta parálisis.

El peligro de la anticipación

    16 de enero de 2015