En las últimas elecciones europeas, EPDD (Esquerra pel Dret a Decidir), la franquicia europea de ERC, sacó 19.566 sufragios en Baleares, lo que equivale al 7,25% del voto emitido y supone un incremento de 4,27 puntos con respecto a los resultados cosechados en 2009. Dicho aumento debe atribuirse en buena medida al apoyo recibido por parte de la formación mayoritaria de la izquierda nacionalista, el PSM —integrado, junto a unos cuantos grupúsculos afines, en la coalición Més—, que desistió de presentarse a los comicios y pidió el voto para EPDD. Anteayer ERC de Baleares decidió integrarse en Més. El pancatalanismo balear ha consumado, pues, su unión.
En estas mismas elecciones, UPyD obtuvo en Baleares 18.038 sufragios, lo que equivale al 6,69% del voto emitido y supone un incremento de 3,92 puntos con respecto a 2009. Pero UPyD no se benefició de desistimiento alguno. Al contrario de lo ocurrido en las últimas legislativas, en las que Ciutadans no se presentó y pidió el voto para el partido magenta, esta vez los de Albert Rivera concurrían a las elecciones. Y sacaron 6.181 votos, un 2,29%. Por consiguiente, de haber ido unidos, habrían obtenido como mínimo 24.219 sufragios, un 8,98%, lo que les habría aupado a la cuarta plaza en la Comunidad, superando a EPDD y a EU-IB —la IU balear— y quedando a un escaso 1,5% de Podemos.
Por supuesto, no se me escapa que esos comicios eran europeos y que la gente votaba en una circunscripción única para todo el territorio español. Pero esa misma suma realizada a escala nacional, donde UPyD sacó un 6,49% del sufragio emitido y Ciutadans un 3,16, habría permitido a una hipotética coalición de ambas fuerzas alcanzar un resultado incluso mejor: un cuarto lugar, a un escasísimo 0,35% del tercero, Izquierda Unida —sin contar, claro, con el presumible incremento generado por los efectos de la alianza—. Parece, pues, imperioso volver a postular —y hacerlo, si cabe, con un mayor apremio, dados los desafíos a los que se enfrenta hoy en día la España constitucional— la necesidad de una unión entre UPyD y Ciutadans. Aunque sea una unión de circunstancias. La hora es grave. Y el ejemplo de Baleares, donde el independentismo pancatalanista no ha dudado en unirse para alcanzar su objetivo —que no es otro, recordémoslo, que el de acabar con esa España constitucional—, debería servir no ya de aviso, sino de verdadero y definitivo rebato.