(ABC, 14 de junio de 2014)
Dicen que lo de esta tarde en Barcelona será una fiesta. Y como resulta que quienes lo dicen son los propios organizadores, habrá que creerles. Una fiesta, pues. Con este título: «Per un país de tots, decidim escola catalana». O sea, dos en uno. Por un lado, la cohesión social como placebo justificativo de la inmersión lingüística. Por otro, el tan manido derecho a decidir. Y todo ello envuelto en un ambiente festivo, que es como suelen hacer las cosas los catalanes y, en particular, ese mundo de la escuela en el que apenas se distingue ya quién es quién -esto es, quién el maestro o profesor, quién el padre de familia, quién el representante de la administración, quién el liberado sindical-, de tanto como se han fundido las funciones y los intereses de cada cual. En realidad, lo único que se alcanza a distinguir a estas alturas en ese magma llamado «comunidad educativa» son los alumnos, y por una estricta razón de edad. Y de oportunidad., claro. Porque los alumnos, en especial los más jóvenes, son la coartada perfecta de quienes organizan esa clase de procesiones carnavaleras. Sin ellos, poca fiesta habría. Entre otras razones, porque una de las claves del éxito de la movilización de hoy está en la participación de esas generaciones futuras de ciudadanos instruidos en la creencia de que la escuela catalana no puede ser sino en catalán, y de que a nosotros, los catalanes, no hay quien nos tosa, ya que tenemos derecho a decidir. Llevan meses preparando en las aulas y en los talleres creados ex profeso por Òmnium Cultural -la principal de las 43 entidades que componen Somescola, promotora del evento- todo tipo de materiales con que disfrazarse para que Barcelona sea esta tarde una fiesta. Seguro que ante esa visión ejemplarmente familiar habrá quien se apresure a entonar una loa al civismo, al civismo catalán. Y, en cambio, detrás de esa fiesta, de esa ocupación de la calle, de ese enorme dispendio de dinero público que no ha servido en modo alguno para lo que tenía que servir, no habrá habido sino manipulación de conciencias, infracción de la ley y descarado llamamiento a la insumisión.
(ABC, 14 de junio de 2014)
(ABC, 14 de junio de 2014)