El Ayuntamiento de Barcelona no ha anunciado en la versión castellana de su página web una convocatoria para ocupar 100 plazas de su policía local. Tampoco lo había hecho anteriormente con una convocatoria para ocupar 60 plazas del cuerpo de bomberos. Como consecuencia de ello, muchos ciudadanos que venían preparándose para esas oposiciones y vivían pendientes de que el Ayuntamiento hiciera pública la oferta de empleo público en su página web para presentar su candidatura, se han quedado con las ganas por el simple motivo de haber pretendido informarse a través de la versión castellana de la página. Porque la convocatoria, claro, sí apareció colgada en la correspondiente versión en catalán. Según el gerente de Recursos Humanos del Consistorio, la informática tiene la culpa. Lo que debía ser traducido, por hache o por be no lo ha sido. Pero el Ayuntamiento no está por la labor de rectificar. O sea, de anular las oposiciones para que los damnificados por la informática municipal puedan tener también su oportunidad. Dice el gerente que las convocatorias se publican igualmente en los boletines oficiales y que en ellos no ha habido discriminación lingüística. Da igual que el propio Ayuntamiento recomiende a los ciudadanos, de forma encarecida, realizar las gestiones —solicitud y pago de tasas— a través de su página web. Como el castellano ya ha tenido su oportunidad, no procede rectificar. Al fin y al cabo, el castellano no es la lengua del Ayuntamiento. Hoy mismo Crónica Global recordaba el desprecio chulesco con que el alcalde Trias acogió en 2012 una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en la que se instaba a la Corporación a anular el Reglamento de Usos Lingüísticos que establece el catalán como lengua preferente. Nada de paridad entre lenguas, vino a decir entonces. ¡Sólo faltaría! Y al que no le guste que se aguante.