Un ya veremos cuya resolución va a depender de una serie de factores. En primer lugar, de lo que ocurra el 11-S, esto es, del grado de movilización de los propios en relación con el logrado en los dos últimos años, pero también, en esta ocasión, del grado de movilización de los impropios, ya en Tarragona, ya en Madrid. Luego, del 18-S, una cita de la que poca gente parece acordarse ya, y que en caso de victoria en el referéndum de las huestes independentistas de Alex Salmond podría suponer un espaldarazo incluso internacional para el llamado Proceso y para quien lo encabeza. Luego, aún, de la sangría que vaya provocando día a día el caso Pujol. Y en fin, va a depender, más allá de las hojas del calendario —doy por hecho que la Generalitat no conmemorará el 80 aniversario del 6 de octubre, aunque nunca se sabe con esa gente—, de lo que decidan los de ERC. De su voluntad de acuerdo con Mas o de su voluntad de ruptura. Ocurre en todos los procesos, mayúsculos o minúsculos, donde la dirección la ocupa un pelele, bien porque esta dirección le ha sido encomendada, bien porque la ha asumido gustoso, bien por ambos supuestos a la vez. Llega la hora en que el muñeco deja de ser útil. Y entonces quienes lo han estado manejando se deshacen de él echándolo al fuego sin contemplaciones.
(ABC, 6 de septiembre de 2014)