Seguro que si Pompeu Fabra levantara la cabeza también él concluiría que esto es el fin.
No deja de resultar altamente sintomático del proceso de decadencia de Cataluña —que no otra cosa es el llamado Proceso— que el texto más importante jamás firmado por el Muy Honorable Jordi Pujol, ex presidente de la Generalidad catalana, en su ya dilatada vida política contenga una ristra de errores gramaticales y que la mayoría de estos errores denoten una pérfida influencia del castellano. Así, ese «de la mateixa» (línea 3), cuestionado incluso en la lengua de Cervantes. O ese «doncs» con valor causal (línea 10), mímesis del pues castellano. O ese «pressa» donde debería figurar presa (línea 16), fruto del ensordecimiento bastardo de la ese sonora catalana. O ese «gestió de la que» en vez de gestió de la qual (línea 24), demostrativo del uso adulterino del relativo. O ese «als meus set fills i a la meva esposa» (línea 28), donde la preposición a que introduce ambos sintagmas está manifiestamente de más, ya que se trata de complementos directos. O, en fin, una puntuación delictiva y una floresta de anacolutos —no imputables en este caso a la interferencia del castellano— que sería ocioso reproducir aquí, pues ello nos llevaría a copiar el texto entero.
Seguro que si Pompeu Fabra levantara la cabeza también él concluiría que esto es el fin.
Seguro que si Pompeu Fabra levantara la cabeza también él concluiría que esto es el fin.