Entre las muchas calamidades que nos legaron los años de gobiernos tripartitos, está la de haber convertido Barcelona en una ciudad abierta. Abierta en tanto que guay, enrollada y alternativa. Y abierta en tanto que abandonada a su suerte por quienes desistieron en su momento, por convicción o ineptitud, de aplicar en ella el imperio de la ley —lo cual, si bien se mira, no es sino una consecuencia de lo anterior—. Todo ello coincidió, por otra parte, con el despliegue de los Mossos d’Esquadra en la provincia, por lo que el orden público pasó a depender de esos mismos gobiernos nacionalizquierdistas y de unas fuerzas de seguridad que pronto se mostraron incapaces de atajar los disturbios provocados por los movimientos antisistema, tan cercanos, en lo ideológico, a los políticos cuya obligación era reprimir sus desmanes.

Con la vuelta de CIU a la Generalitat y su posterior acceso al gobierno de la ciudad, la mano tendida del tripartito se volvió puño de hierro. Pero las cosas no mejoraron. No diré que la gestión de los consejeros de Interior Puig i Espadaler haya hecho buena la de sus antecesores Tura y Saura —hay cosas manifiestamente imposibles—, pero sí es cierto que no hemos salido del barrizal, como demuestran la reciente dimisión del máximo responsable de la policía autonómica y, por supuesto, las revueltas del barrio de Sants. Es más, el carácter extremadamente violento de los disturbios y la aparición del líder de la CUP, David Fernàndez, como mediador y chantajista a un tiempo, recuerdan demasiado a la «kale borroka» vasca y a la figura del hoy preso Arnaldo Otegi, respectivamente. Incluso esa Convergència desbordada por los acontecimientos, sin otra hoja de ruta que la que mueve el viento independentista, recuerda al PNV y a su reiterada impotencia. Tanto es así que ni siquiera las tradicionales apelaciones al pacifismo de los catalanes resultan ya creíbles. Cataluña se está convirtiendo en un nuevo País Vasco. Y, como advertía este jueves Arcadi Espada, nada impide pensar que estemos asistiendo a un ensayo general con vistas al próximo 9 de noviembre.

(ABC, 31 de mayo de 2015)

Hacia el País Vasco

    31 de mayo de 2014