Leo que Carme Chacón deja su escaño en el Congreso de los Diputados para pasar un año en Estados Unidos, y más concretamente en Miami. También leo que la universidad donde nuestra exministra impartirá su magisterio, o sea, la de Miami, es una «prestigiosa universidad». Es posible. Sobre todo si una se llama Carme Maria Chacón Piqueras, ha nacido en Esplugas del Llobregat en 1971, o sea, casi casi en la España postfranquista y proto-Logse, ha estudiado en la Universidad de Barcelona y ha ejercido la docencia en la Universidad de Gerona. Quiero decir si una ve las cosas desde abajo. Según el ranking –ese sí, prestigioso sin duda alguna– de la Universidad Jiao Tong de Shangai, que agrupa y ordena a las 500 mejores universidades del mundo, la de Barcelona se encuentra hoy en día en la horquilla que va de la 201 a la 300, junto a las Autónomas de Barcelona y Madrid y a la Complutense de esta última ciudad, mientras que la de Gerona –o de Girona, como exige la marca que se le llame– ni siquiera aparece en el ranking. Desde ese punto de vista, es lógico calificar a la Universidad de Miami, que se halla en la horquilla que va de la 151 a la 200, de «prestigiosa». Pero si una se sitúa en los Estados Unidos –o sea, en aquel país cuya enseña mereció en 2003 el desprecio del secretario general de la ejecutiva de la que la propia Chacón formaba parte–, enseguida verá lo relativo que puede ser el prestigio de una institución académica. Porque la Universidad de Miami, esa que ha tenido la deferencia de invitar a la exministra a perorar en sus aulas, está entre la 68 y la 85 del ranking estadounidense. Es decir, tiene a 67 delante y, entre ellas, a 17 de las veinte mejores del mundo. Lo que no significa, insisto, que para Carme Maria Chacón Piqueras no sea esta una universidad prestigiosa. Lo es, claro que lo es. Y hasta va a ennoblecer, seguro, su currículo. Otra cosa es lo que pueda ganar la propia universidad con su fichaje. Porque dudo mucho que la presencia de la exministra española entre el personal docente vaya a acrecentar el prestigio de la institución allí donde en verdad ese prestigio se cuece.