2. Calvario. Un padre de familia escolarizó a su hijo de tres años en castellano en Valencia. La empresa lo mandó luego a Mallorca, y allí el niño tuvo que estudiar en catalán. Más adelante el trabajo hizo regresar al padre a Valencia, pero el centro en que había escolarizado a su hijo usaba ya el valenciano como lengua vehicular. El siguiente cambio de destino laboral llevó a la familia a Cataluña, donde todavía reside y donde el niño, claro está, no ha oído ni leído en clase más que catalán. Ahora al padre le han ofrecido un puesto en Vigo. Escamado por la experiencia vivida, antes de aceptar la oferta se ha dirigido a Galicia Bilingüe para saber si su vástago podría por fin estudiar en castellano. Le han contestado que ni soñarlo, y el padre ha decidido renunciar al nuevo traslado. Lo más curioso y memorable del asunto es que ese calvario lo está sufriendo este ciudadano en un país –su país– cuya Constitución indica que «el castellano es la lengua oficial del Estado».
3. Sueño. Leo en «Muy Interesante» que una investigación de una universidad estadounidense ha demostrado que las horas de sueño profundo refuerzan la memoria. Es un gran hallazgo, favorable sin duda a la humanidad. Ahora sólo falta que otra investigación explique cómo se consigue, sin recurrir a la química, tener un sueño profundo.
(ABC, 31 de agosto de 2013)