(ABC, 7 de marzo de 2015)
Si algo se desprende de la avalancha de encuestas de todo tipo publicadas en los últimos tiempos en España es la evidencia de que el reparto del voto ya no será lo que fue. No lo será en Andalucía, ni en Cataluña, ni en comunidad autónoma alguna. Ni lo será en el ámbito municipal ni, por supuesto, en el nacional. Al menos durante un tiempo. Lo que hasta hace cuatro días era concentración del voto se convertirá en dispersión. Allí donde había dos grandes partidos y un resto parlamentario, vamos a tener, como mínimo, cuatro grandes fuerzas, sin que por ello ese resto parlamentario se disuelva. Para entendernos: la irrupción de Podemos no echará del tablero a Izquierda Unida, ni el crecimiento y consolidación de Ciudadanos como opción política en toda la Península va a reducir a la nada a UPyD. Que les va a afectar, tratándose en ambos casos de un mismo caladero de votos, parece fuera de duda; pero sin llegar al extremo de anularlas por completo. Por otro lado, ambas formaciones de nuevo cuño —en el caso de Ciudadanos no tan nuevo, por más que en parte del territorio sí lo sea— debilitarán con su presencia a las dos fuerzas tradicionalmente hegemónicas, PP y PSOE, con lo que la obtención de mayorías para gobernar resultará harto compleja. Miren el caso de Cataluña y su Parlamento. A juzgar por el sondeo más reciente, la suma de CIU y ERC se halla muy lejos de los 68 escaños necesarios para formar gobierno. Y toda alianza con una cualquiera de las otras cinco fuerzas previsiblemente en liza en aras de constituir una especie de Frente Nacional mayoritario se antoja bastante improbable —aunque no pueda descartarse, claro, dada la irracionalidad manifiesta de la política catalana—. Así las cosas, ¿qué sentido tiene esa nueva reunión del llamado Pacte Nacional pel Dret a Decidir, celebrada ayer y a la que ya no concurrió, por cierto, uno de sus pilares, la CUP? ¿Se trata de seguir enmascarando la realidad alimentando una ficción unitaria? ¿De paliar en parte la frustración de esas organizaciones de masas —Òmnium, ANC— cebadas hasta la náusea con dinero público? ¿O, simplemente, de «anar fent»?
(ABC, 7 de marzo de 2015)
(ABC, 7 de marzo de 2015)