Sin duda. La cosa no funciona, y algo habrá que hacer para subsanar ese déficit de creatividad y, digo yo, de espíritu crítico de los jóvenes españoles. Ahora bien, lo que a mi entender resulta más preocupante es que el día en que Schleicher se manifestó de ese modo tenía a su lado a la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, que también se manifestó al respecto. En estos términos: «Hace falta un cambio radical en la metodología de la enseñanza, (que es) anticuada (y) pone todo el énfasis en el aspecto memorístico». ¿De qué enseñanza estaba hablando la secretaria? Por supuesto, no de la primaria, donde la llamada renovación pedagógica arrasó hace ya décadas todo vestigio de memoria y de transmisión del conocimiento. Tampoco de la secundaria, que la Logse convirtió en una prolongación de la primaria. Quizá se refiriera a algún reducto de la vieja enseñanza media, tan extraordinario en todo caso como aquel poblado galo de Astérix y compañía.
No, secretaria, la memoria y su cultivo fueron barridos de la escuela hace ya mucho tiempo. Lo que se estila desde entonces es la «tabula rasa», condición «sine qua non» de la tan alabada comprensividad. Con los resultados de todos conocidos, por cierto.
(ABC, 5 de abril de 2014)