Ese afán movilizador, tan saludable y necesario, ha sido definido por uno de los portavoces de la entidad como la voluntad de «dar voz a los catalanes que están dentro del armario», esto es, como una invitación a que salgan de una vez de él. Hay que demostrar en la calle, o en el espacio público cuando menos, que somos, si no tantos como ellos, sí «molts més dels que ells volen i diuen» ¬—por expresarlo, pues de resistencia se trata, con palabras del otrora resistente Raimon—. Pero ello no debería hacernos olvidar que el armario en cuestión no es sino un módulo de un armario muchísimo mayor, el español. Y que, de momento, sólo un 2% de las adhesiones recibidas son, al decir de la propia SCC, de fuera de Cataluña. Movilizar a los catalanes que no comulgan con el nacionalismo está muy bien. Pero el desvarío de Mas y sus congéneres secesionistas es un problema español y como tal hay que abordarlo. Reducirlo al campo de juego catalán, además de un lamentable error conceptual, sería desaprovechar una ocasión inmejorable para demostrar que España, como Teruel, existe.
(ABC, 19 de abril de 2014)